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EDITORIAL: ¿Qué pasa con el nombre?


FORT MYERS, Fla. (BP) — Hace un tiempo, estando en el mercado, le hablé del evangelio a una persona no creyente y ella me preguntó a qué iglesia yo asistía, al responderle me dijo que le parecía que algunos bautistas estaban tratando de separase un poco de la identificación denominacional, eliminando la palabra bautista del nombre de la iglesia.

En verdad, aunque lo había notado desde hace mucho tiempo, nunca me había puesto a pensar en el asunto. No es mi intención criticar a nadie, pero esa observación en realidad llamó mi atención, pues en cierta forma me sentí aludido.

Yo nací y me crie en una iglesia bautista del sur, y toda mi vida la he pasado en diferentes roles en y alrededor de iglesias bautistas del sur. Por lo general, en casi todas las ciudades hay una Primera Iglesia Bautista, y otras iglesias que toman su nombre de la calle en la que están, la ciudad o el vecindario y algunas usan nombres de lugares y hechos bíblicos como, por ejemplo: Bethel, Nazareth, Resurrección, Agape, Shalom, acompañadas de la palabra “bautista”. Pero desde hace algunos años, se ha generalizado la tendencia de eliminar la palabra bautista del nombre en algunas iglesias. Y me llamó la atención que este hombre lo notara, y que además me lo señalara como algo que, al parecer, me descalificaba un poco ante él.

Hoy día, en algunas de nuestras congregaciones hay también nuevas costumbres, sobre todo en los estilos de adoración, que en algunas ocasiones llegan a lo que parece ser una especie de “moda carismática”. Quién sabe la impresión que esto produce en los visitantes no creyentes, que por primera vez asisten a una iglesia. No he encontrado alguna investigación al respecto como tampoco sobre el cambio de nombre que, en algunos casos, pudiera encajar en esa misma categoría. Me pregunto, si los no creyentes notan algo que nosotros, sin embargo, estamos obviando por la fuerza de la costumbre.

Me animé a escribir estas observaciones justo al ver una fotografía de una iglesia que en su fachada tiene grabado en la pared el nombre: Primera Iglesia Bautista de … Y frente a la iglesia, en el área verde han colocado un cartel con el “curioso” nuevo nombre que han adoptado y que no incluye la palabra bautista. Claro está que ellos tienen derecho a hacerlo, y estoy seguro de que están animados de las mejores intenciones, y que no piensan que con esto pueden alejar a algunos no creyentes en lugar de atraerlos. Pero insisto, el mundo que nos observa elabora sus propias conclusiones sobre los motivos que pudiéramos tener.
He estado pensado en este asunto tratando de encontrar algunas motivaciones que pudieran estar generando esta especie de “moda” que en mi humilde criterio no es, ni más ni menos, que otra expresión posmodernista que trata de apartarse de lo tradicional y las costumbres. Por lo general, en las iglesias tratamos de atraer a más personas, y tal vez el tema del nombre sea usado con ese propósito. Pienso que la intención es buena, aunque pudiera estar enviando un mensaje equivocado a las personas no creyentes.

En realidad, yo no encuentro un motivo de peso, para desechar la palabra bautista del nombre de una congregación, pero cada iglesia local es independiente y libre de hacer las cosas a su manera, esa es una de las características de nuestra denominación. Oremos para que nuestras iglesias bautistas del sur sean conocidas por el impacto que están ejerciendo en la comunidad y no por el edificio o el nombre que han adoptado. Parafraseando a un pastor amigo a quien respeto mucho: “El problema del mundo con los cristianos no es porque somos diferentes, es porque no somos suficientemente diferentes”.

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  • Óscar J. Fernández