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EDITORIAL: Por que no deberías “declarar” nada


FORT WORTH, Texas (BP) — Es bastante común hoy en día encontrar en muchas plataformas y pulpitos evangélicos la utilización repetida de ciertas frases que parecen evidenciar una autoridad superior a la de muchos otros. “Declarar,” “confesar” y “decretar” son algunos de esos términos de moda.
Varios incluso dan la impresión de estar usando esta terminología con base en una vida espiritual más profunda con el Señor. Pero las apariencias engañan, y la norma para juzgar una práctica religiosa sigue siendo el apegamos a la voluntad del Padre de Jesús comunicada a nosotros en la Escritura (Mateo 7:22-23). Por eso, quiero compartir estos 10 puntos que nos exhortan a llevar delante del supremo tribunal de la Biblia esta práctica religiosa. ¿Por qué no deberíamos “declarar” nada? 
1. No es algo enseñado por la Escritura. La Biblia habla de “declarar” en el sentido de “hacer claro,” explicar y proclamar un mensaje ya dado por Dios para que nosotros lo sigamos y obedezcamos en adoración (Salmo 19:1; 50:6; Daniel 10:21; Mateo 13:35; Juan 4:25). Pero, “declarar” en el sentido de forzar que ciertas cosas pasen no es significado que aparezca en la Escritura, es más bien una practica que emula la magia y la brujería pagana tan detestada por los profetas bíblicos (ej. 2 Reyes 23:24; Isa. 8:19; Jer. 27:9). 
2. La diferencia entre la fe bíblica y la fe pagana consiste precisamente en reconocer que mi vida está últimamente en las manos de Dios y no en las mías. Intentar asegurar o cambiar mi futuro por medio de afirmaciones mías, aun usando el vocabulario bíblico, es evidencia de falta de fe en Dios, y excesiva confianza en el hombre. 
3. Creer a pesar del mundo. La confianza o fe bíblica tiene que ver principalmente con creer en lo que Dios ha prometido en su palabra–y por eso es necesario conocerla seria y profundamente sin torcerla como algunos comerciantes lo hacen para amontonar dinero (2 Cor. 2:17; 4:2). La fe bíblica es confiar a pesar de que el mundo no cambie hoy. Es creer contra la realidad presente aun y principalmente en medio del sufrimiento y aún cuando yo NO alcance a ver en esta vida lo que Dios traerá al final (1 Tes. 3:1-9; Job 19:25). 
4. Creer solo en lo que Dios promete. La fe bíblica NO enseña que cualquier cosa que el creyente espere le será concedido si tan solo lo cree convencidamente y ciegamente “lo declare.” La “convicción de lo que se espera” de Hebreos 11:1 no es lo que el creyente se proponga esperar, es más bien lo que Dios nos dice que debemos esperar (Hebreos 10:36-38), es decir la segunda venida de Jesús y su justo juicio para el malvado. 
5. Asalto directo contra la verdadera oración. “Declarar” al estilo de muchos predicadores y cantantes hoy en día es un asalto directo, y sustituto barato, al espíritu de la oración cristiana (Lucas 11:2). En lugar de orar en confianza de que Dios tiene mis necesidades bajo control, y esperar en su voluntad, el “creyente” es motivado a cambiar su realidad via el optimismo humanista. ¡No se trata de pedirle a Dios “que venga su reino,” según esta distorsión el creyente puede hacer que baje el reino ya con solo mandarlo! 
6. Copia de la filosofía secular. Este “declarar” es la versión religiosa de la filosofía deconstruccionista secular en la que el mundo es creación del lenguaje humano. La idea a fondo es que si cambias el lenguaje terminarás cambiando la realidad. El feminismo antibíblico que cuestiona incluso la paternidad de Dios y propone una diosa amante del ser humano es el ejemplo más claro. 
7. Antesala de la apostasía. El “declarar” de varios predicadores de la prosperidad es un atentado directo contra el esperar en Dios, es una exhortación a tomar nuestra vida en nuestra manos y afirmar nuestro valor frente al mundo. Esta es una espada de dos filos porque, aunque sea enormemente atractivo para aquellos que sufren de baja autoestima, o para otros que necesitan provisión urgente, también es una fuente de desanimo, depresión y apostasía cuando lo declarado no llega. 
8. El confesar bíblico. El “confesar” que muchos usan como sinónimo del “declarar mágico,” en la Escritura generalmente se da en un contexto de expresar nuestro pecado (Salmo 32:5; 38:18), nuestra conversión (1 Reyes 8:33; 2 Cro. 6:24), nuestra limitación, y confianza en que Dios el Padre, el Hijo y su Espíritu tendrán la última palabra. Lo central de la confesión cristiana no es reconocer mi capacidad para cambiar la realidad. Lo central de la confesión es reconocer que el que decide y manda es “el Señor,” no el creyente (Rom. 10:9). Se nos exhorta a confesar el nombre de Dios, hablar de su grandeza — y no de la nuestra — entre las naciones para que lo busquen y adoren (Nehe. 9:3), aunque los siervos del altísimo sufran el rechazo mientras tanto. La confianza no es que mi palabra cambie mi mundo, si no que el Hijo del Hombre confiese en su venida los nombres de sus santos, haciendo pública así la razón y la dignidad que siempre han tenido, aunque los demás no la hayan reconocido (Lucas 12:8; Apoc. 3:5). 
9. Buscar el decreto de Dios. ¿Y qué digo de la soberana estupidez del “decretar” del creyente? El soberano es uno sólo, y sólo él tiene derecho a decretar, y así lo ha hecho eternamente. En la Escritura, la única vez en que los humanos decretan algo es el ejemplo de los reyes paganos durante el exilio de Israel en Babilonia. Dios los ocupa porque forman parte de su decreto anticipado y eterno (Daniel 4:17). Todas las otras veces en las que la terminología de “decretar” se usa en la Biblia tiene que ver con obedecer los mandamientos y estatutos escritos que Dios ha entregado a su pueblo. Dios ha decretado que se deba obedecer su palabra solamente, y que se deje de estar buscando y oyendo otro tipo de “decretos.”
10. Evangeliza y no arrebates.  “Arrebatar” o “atar” para ordenarle algo a Satanás es una infantil interpretación de los pasajes bíblicos que ocupan esa terminología. Mateo 11:12, por ejemplo, como aparece en Reyna-Valera es ambiguo. Un mejor trabajo lo hace la versión Dios Habla Hoy que traduce: “Desde que vino Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los que usan la fuerza pretenden acabar con él.” Otras versiones que dan más luz son la NBV, NTV, PDT, etc. No podemos basar en este verso la idea de que a los creyentes se les manda “arrebatar” nada, y menos a Satanás. Aunque el pasaje de Mateo 16:19 no es fácil de interpretar –de esto da testimonio la gran mayoría de buenos comentarios bíblicos, lo que sí es claro es que el pasaje no dice nada de ligar o atar a ningún humano o a Satanás. El pasaje se relaciona con la entrada al reino de los cielos, la iglesia es la encargada de abrir la puerta, presentar la entrada al reino de Dios. Todos los que entren por esa puerta del mensaje del evangelio, serán acogidos en los cielos.
Por esto y por mucho más: No “declares,” No “decretes,” No “confieses,” no “arrebates” no “ates o desates”. ¡Es mejor conocer a fondo la Escritura, y honrar a Dios obedeciéndola!

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  • Gerardo A. Alfaro