fbpx
Articulos en Español

Entrenador de los Dodger habla de la Serie Mundial, la fe, los esteroides


BOSTON (BP) — Luis Ortiz entró a la sombra de Green Monster en Fenway Park en Boston hace 25 años para hacer su debut en las ligas mayores con los Red Sox (Medias Rojas).

Su carrera como jugador, acortada por lesiones y un campo de juego que no siempre estuvo nivelado, nunca floreció. En una era cuando los esteroides abundaban, Ortiz rehusó tomar atajos para el éxito.

El martes en la noche (23 de octubre), Ortiz ingresó al campo en Fenway Park una vez más, esta vez como asistente del entrenador de bateo de los Dodgers de Los Angeles — su sueño de la niñez de llegar a la Serie Mundial finalmente realizado. Los Dodgers perdieron 8-4 en el juego de apertura de la serie. Ellos juegan de nuevo esta noche.

Ortiz era miembro de la organización Texas Rangers que llegó a la Serie Mundial en 2010 y en 2011, y él obtuvo un anillo de la Serie Mundial entonces. Pero esta vez, realmente está en la banca y con uniforme cuando los Dodgers y los Red Sox se enfrentan en el clásico de otoño.

“Juegas profesionalmente, y crees que vas a jugar en las grandes ligas y entonces finalmente vas a la Serie Mundial,” dijo Ortiz. “Y 25 años después, esta es la primera vez que realmente, realmente sucede.”

Producto de la Universidad Union, afiliada a la Convención Bautista de Tennessee, el oriundo de República Dominicana dijo que creció en un ambiente predominantemente católico. Pero fue en la Union, cuando comenzó a ir a la capilla y encontró gente con una fe cristiana más vibrante, que comenzó a crecer en su relación con el Señor.

No fue una transformación instantánea, sino más bien un proceso.

“Mi esposa me ayudó en eso, y mis amigos y la Union, y ejemplos de algunos de los hombres de Dios a los que fui expuesto allí,” dijo Ortiz. “Y desde entonces trato de vivirlo cada día.”

Ortiz y su esposa Susan, a quien conoció en Union, han sido miembros de la Iglesia Presbiteriana Colleyville en Colleyville, Texas, durante más de dos décadas.

Ortiz fue seleccionado por los Red Sox en 1991 después de su penúltimo año de universidad. Avanzó rápidamente en el sistema de ligas menores de Boston. Pero su carrera en la liga mayor nunca tomó impulso. Jugó en 16 juegos para Boston en 1993 y 1994 antes de trasladarse a los Rangers para las dos siguientes temporadas y luego rebotar en las menores y en Japón por el resto de su carrera de jugador.

“Era un tiempo muy difícil para jugar porque había muchos haciéndolo de la manera equivocada,” dijo Ortiz, en referencia al desenfrenado uso de drogas para mejorar el rendimiento. “Y estabas compitiendo en un ambiente que no era justo. Pero también crecí con una mamá que siempre decía que la vida no era justa, y hay que hacer lo mejor de ella.”

Ortiz algunas veces sentía que estaba peleando en una guerra con un brazo atado a la espalda mientras que su oponente tenía una ametralladora. Evitar los esteroides para Ortiz no fue un asunto médico sino uno moral. Aunque las tentaciones siempre estuvieron presentes, y aunque hubiera sido fácil para él sucumbir, se rehusó.

“No quería decepcionar a Dios, y no quería decepcionar a mi mamá,” dijo. “Ese recorrido me volvió lo que soy hoy, y verdaderamente lo aprecio.”

Aunque sus convicciones pueden haberlo dejado en desventaja física, Ortiz decidió tratar de ganar la partida intelectualmente. Comenzó a leer y a estudiar el juego del béisbol formulando las preguntas correctas y trabajando más que los otros a la hora de aprender sobre el deporte. Después de su carrera de jugador, terminó escribiendo cuatro libros sobre bateo y abriendo una escuela de béisbol en Texas.

Finalmente, Ortiz consiguió ser entrenador a nivel de las ligas mayores, en varias capacidades con los Rangers, Indians y Padres, antes de que los Dodgers lo contrataran el pasado diciembre. Pero eso llegó después de que regresó a la Union en 2003 y 2004 para finalizar su licenciatura y se convirtió en uno de los primeros jugadores de ligas mayores de la República Dominicana de graduarse de la universidad.

“Estaba tratando de construir ese puente entre mi carrera profesional de béisbol y mi carrera después del béisbol,” dijo Ortiz. “Y también, era un regalo para mi mamá que quería que yo me graduara. Era realmente difícil para ella y mi papá graduarse, simplemente por el lugar de donde vienen y lo pobres que eran, así que eso fue para ella.

“Para mí es más un momento de orgullo haberme graduado que haber jugado en las grandes ligas.”

    About the Author

  • Por Tim Ellsworth