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La hospitalidad cristiana: cuando las misiones y las fiestas se unen


RISHMOND, Va. (BP) – En nuestro rincón del mundo, no hay desfiles cristianos, ni filas para visitar a Santa Claus, ni lotes llenos de árboles cortados listos para venderse. Pero nuestros vecinos — la mayoría de los cuales nunca ha observado la navidad — saben que nosotros celebramos a Jesús.

No se debe a que nosotros tenemos un nacimiento gigantesco en nuestro jardín al frente de la casa, o porque tenemos un show espectacular de luces láser (no que eso sea algo malo). Lo saben por una simple razón: los invitamos a nuestra casa.
Estoy seguro de que para algunos de quienes estén leyendo esto, el pensar invitar a alguien a su casa es tan intimidante como el Fantasma de las Navidades del Pasado creado por el escritor Charles Dickens. Pero no tiene que ser así. La hospitalidad es una característica que deben desarrollar los seguidores de Cristo. Para nosotros, es una de las mejores maneras de construir puentes con nuestros vecinos. Mientras usted busque formas de aprovechar al máximo esta temporada navideña, considere de qué manera puede compartir de Jesús con las personas a su alrededor.
Prepare su hogar y su corazón
Nosotros comenzamos por preparar nuestro propio corazón como familia. Ya que tenemos hijos pequeños, la manera en que guiamos el corazón de nuestros hijos hacia el Señor es utilizando un pequeño nacimiento o belén. A nuestros hijos les encanta acomodar sus figuras.
Cada día, sacamos una de las piezas, comenzando con María. El primer día, le pedimos a uno de nuestros hijos que lea Lucas 1:26-35 cuando el ángel Gabriel visitó a María y dijo, “El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por lo cual el Santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.” (Lucas 1:35 RV1960).
Cuando sacamos la figura de José, leemos Mateo 1:18-25 cuando el ángel visitó a José, diciéndole sobre María, “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21 RV1060). Al día siguiente, leemos Lucas 2:8-20 cuando el ángel del Señor apareció ante los temerosos pastores.
Nos encanta leer juntos estos pasajes bíblicos y atesorar este evento de la encarnación de Cristo –tan increíblemente cargada de historia, tan transformadora. Vale la pena leer cada parte, recordar cada parte, reflexionar sobre cada parte. Dios usa Su Palabra a través de esta sencilla tradición para inspirar a nuestros corazones a compartir Su amor con otros.
Venza los obstáculos e invite a sus vecinos no creyentes
Hace unos años, una tarde decembrina, mi esposa fue a hablar con Zephir* para invitarla a nuestra fiesta navideña. Zephir estaba borracha y triste. Tenía moretones por todo el cuerpo. Quería abandonar a su esposo, pero no tenía a donde ir y no podía dejar a sus hijos.
Mi esposa le había regalada una Biblia y había leído unas partes con ella, pero su entusiasmo por escuchar sobre Dios se había extinguido por la oscuridad del abuso doméstico. Lentamente se había aislado en su propio mundo, bloqueando la entrada a todos los demás. Pero ¿qué tal una fiesta cristiana? Claro que sí, le encantaría venir a nuestra fiesta navideña.
Oramos por Zephir y estamos tan agradecidos porque vino y experimentó nuestra celebración del nacimiento de Cristo. Quizás usted conoce a alguien como ella. También oramos por los vecinos en nuestro edificio, en nuestra calle, en el trabajo, en la escuela, nuestros amigos y los amigos de nuestros hijos.
Oramos por corazones abiertos y oportunidades para que muchos corazones escucharan el Evangelio en nuestra fiesta navideña. Invitamos a gente de todos los lugares locales donde se nos consideran caras conocidas, como la cafetería, nuestro parque en el barrio, el supermercado local.
Tenga un plan sencillo
Había un mirada verdaderamente maravillada en la cara de Mert* cuando entró a nuestra casa.
Claramente era la primera vez que había ido a una casa para celebrar la navidad. Tomamos té chai juntas y hablamos. Sin si quiera intentarlo, la conversación se volvió en una explicación de lo que significaba esta celebración.
Después de pasar un buen tiempo dando la bienvenida a cada uno de nuestros invitados, sirviendo entremeses, compartiendo conversaciones amistosas, y presentando a las personas entre sí, incluimos a todos ellos en nuestra tradición familiar de repasar el significado de la navidad.
Hay algo extraordinario en el hecho de compartir la simple historia del nacimiento de Jesús, especialmente cuando ves que tus vecinos la empiezan a entender. La sonrisa de Mert irradiaba el gozo de un niño. Zephir escuchó con ojos llenos de lagrimas cuando entendió la encarnación de Cristo.
Deje que brille la luz del Evangelio
Después de compartir nuestra tradición usando el nacimiento, le pedimos a unos nuevos creyentes en nuestra congregación que se sentaran junto a él. Tenían pegados en sus camisas unos pequeños papeles con ciertas palabras — palabras como envidia, enojo y celos. Uno de los jóvenes se acercó a una pequeña cruz que había sido puesta en el nacimiento. Uno tras otro, cambiaron sus palabras de pecado y dolor por palabras como amor, gozo, paz.
Varios de estos preciosos nuevos creyentes habían huido de países cercanos destruidos por la guerra. Las palabras pegadas en sus camisas eran asesinato, suicidio, violencia. Contaron ante los demás sus horribles experiencias mientras los demás escuchaban llorando — junto a nuestros vecinos no creyentes — como un testimonio poderoso de la redención y el perdón de Dios.
Cada uno dejó sus palabras iniciales en la cruz junto al pesebre y tomó una palabra como gracia, libertad y perdón. Ese momento hermoso de la claridad del Evangelio fue lo más importante para nosotros. Nuestros vecinos escucharon el mensaje de Cristo y vieron un destello de nuestro gozo en Él.
Espero que usted considere adoptar en su vida esta simple tradición. Comparta el Evangelio a través de la simplicidad de la hospitalidad y de la historia de navidad. Léala. Actúela.
Pero principalmente, dígales a sus vecinos que eso realmente sucedió: Jesús vino de verdad, le salvó a usted y es el Salvador del mundo.
*Pseudónimos

    About the Author

  • Por Preston Fidler

    Preston Fidler vive en Asia Central con su esposa. Actualmente trabaja como tutor de idioma t plantador intercultural de iglesias.

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