fbpx
Articulos en Español

EDITORIAL: Esperando la visita


BRENTWOOD, Tenn. (BP) — El año pasado fuimos a España para pasar la Navidad con nuestra hija y con nuestra nieta. Este año ellas vienen acá, y desde que anunciaron su viaje nos encontramos haciendo arreglos y colocando decoraciones para que cuando lleguen, se sientan bienvenidas y en casa. En esta ocasión la celebración será muy especial, ya que podremos festejar la Navidad con casi toda nuestra familia cercana.

Por otro lado, especialmente para mí, este año que casi termina ha sido un tiempo difícil, lleno de ajustes y cambios inesperados, con incertidumbre y búsqueda de alternativas. Algo bien diferente a lo que alguna vez hubiera enfrentado. Así que como dicen en España: “Hemos tirado la casa por la ventana” para celebrar esta Navidad.
En realidad, cuando tropezamos con las dificultades y adversidades de la vida, el mensaje de Dios de la Navidad cobra un valor especial. Cuando las tinieblas nos cierran el paso, la luz inefable del Niño del pesebre ilumina nuestro camino y nuestro futuro. Y esa Luz admirable tenemos que compartirla con nuestros familiares y amigos para que así pueda, poco a poco, iluminar al mundo entero.
El capítulo 1 del libro del profeta Isaías, comienza mostrándonos el panorama de la situación en la que se encontraba el pueblo de Israel. Los tiempos eran malos. El pueblo se había apartado de Dios y los enemigos lo acechaban y amenazaban. En esa difícil situación política y militar, el profeta fue enviado para llamar al pueblo al arrepentimiento. Acaz había recibido la promesa de Dios y en Isaías 7:14 se recoge el gran anuncio, cuando dice la Escritura: “… He aquí la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”.
¿Un niño? ¿Un tierno bebé para enfrentar a Siria y a todos los enemigos de Israel? ¿Qué clase de broma es esa? Tal vez pensarían algunos. Luego en el capítulo 9 el profeta amplía la explicación, y anuncia el nacimiento y reinado del Mesías. Y se profetiza que el pueblo vería “gran luz”. ¿Se acabarían los problemas? Probablemente no. Muchas preguntas y dudas llenaban las mentes de la gente. Y el pueblo de Israel comenzó a esperar al Mesías. Y pasaron muchos años. Pero en el pensamiento judío la idea evolucionó, el Mesías vendría con toda gloria y majestuosidad, como un rey poderoso a restaurar la grandeza de la casa de Israel e instaurar Su reino en Jerusalén, no como un insignificante niño “hijo” de un joven carpintero de Nazaret.
En Mateo 1:21, un ángel del Señor le anunció a José que estaba por cumplirse la profecía de Isaías y que él estaría envuelto en los futuros acontecimientos. Seguramente que muy pocos iban a identificar al recién nacido con el Mesías prometido, dado el origen humilde de José y la forma inusual que escogió Dios para traer a su Hijo Unigénito al mundo. Y es que Dios es Original y Único.
Lucas 2:7 sintetiza magistralmente la situación: El embarazo de María estaba muy adelantado y a pesar de ello tuvo que viajar con José, desde Nazaret hasta Belén de Judea para ser empadronados. Este era un viaje lento e incómodo debido al estado en el que estaba María.
Y estando ellos en Belén, se cumplieron los días del alumbramiento, pero … “no había lugar para ellos en el mesón”. Ni tampoco había alfombras rojas ni bandas de música tocando, esperando la llegada de Hijo de Dios. No se había preparado una recepción oficial ni nadie en realidad se mostró interesado en aquella joven pareja ni en su situación.
Y María, luego de envolver al recién nacido en pañales, lo acostó en un lugar que se usaba para dar de comer a los animales. Ese era un lugar poco apropiado para acostar a un bebé recién nacido y mucho menos para servir de cuna a un Rey. Es decir, que la Luz que vino al mundo para disipar las tinieblas, fue ignorada por la mayoría de los hombres, y además “no había lugar para ellos en el mesón” para recibir un poco mejor al recién nacido. Evidentemente, tampoco había lugar para Él en el corazón de aquel pueblo.
Y Dios escogió a unos humildes pastores para que fueran los primeros que recibieran el anuncio celestial del nacimiento de Emanuel, Jesús, y para que le dieran la bienvenida a la tierra. Ellos, dejando los rebaños que cuidaban, pues eran unos pastores humildes, fueron presurosos para ver aquello que el ángel les había anunciado.
Han pasado muchos cientos de años desde aquel día que cambió para siempre el destino de la humanidad. Muchas cosas son hoy diferentes en el mundo y en nada se parecen al mundo del tiempo del nacimiento de Jesús, incluyendo a las ciudades de Belén y Nazaret. Sin embargo, hay cosas que no han cambiado a pesar del tiempo, como, por ejemplo: las tinieblas en las que vive el mundo, Jesús que es la Luz, el poder de Él para disipar las tinieblas del mundo y la falta de lugar para Jesús en el corazón de la gente.
Es Navidad, y los cristianos celebramos el nacimiento del Niño Rey, el Hijo amado de Dios, que vino al mundo a ofrecer Su sangre para pagar con ella el precio de nuestros pecados y rescatarnos. Las calles de las ciudades se llenan de luces y alegría, aunque la gente lo haga sin intención de honrar a Jesús. Y para nosotros, es una linda oportunidad para usar la ocasión para señalarle a nuestros familiares y amigos no cristianos, que la Navidad está llena de luces, porque Jesús es la Luz del mundo. Seamos un reflejo de esa maravillosa Luz, para ayudar a otros a encontrar el camino.
¡A todos ustedes les deseamos una muy feliz Navidad!

    About the Author

  • Óscar J. Fernández