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EDITORIAL: Solo Cristo


HOLLYWOOD, Fla. (BP) — “Solamente en Cristo, Solamente en Él, la salvación se encuentra en Él, no hay otro nombre dado a los hombres, solamente en Cristo, solamente en Él.” Esta era la letra de un popular corito que solíamos cantar en el campamento Bautista en Manglaralto, Ecuador, en la época de los ochenta.

Sin embargo, la letra de este corito está intrínsecamente relacionada no solamente con el texto Bíblico, sino con la historia de la Reforma Protestante.

Esto es importante a la luz de la celebración de los 500 años de la Reforma Protestante.

Cristo solo (Del Latín “Solus Christus,” Solo Christo), fue una de las cinco “Sola” de la Reforma. Y este principio afirmaba que el sacrificio de Cristo en la Cruz (es decir su muerte y su resurrección), no solo que fue necesaria para la salvación, sino que también es totalmente suficiente.

Su obra es idónea, sin necesidad de nuestra propia ayuda, o la de María o la de los santos.

En el Tabernáculo, y luego en el Templo de Jerusalén no había asientos, puesto que los sacerdotes debían estar en pie, siendo que estaban continuamente sacrificando a favor del pueblo.

Sin embargo, la Escritura dice que Cristo:

“Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, el Hijo se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:3 NBLH).

“Pero Cristo, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados para siempre, se sentó a la diestra de Dios” (Hebreos 10:12).

La obra de Cristo en la cruz, ha sido completamente terminada, y es totalmente suficiente y no tiene necesidad de ninguna acumulación de obras humanas o méritos que alguno pudiera pretender contribuir o añadir a su obra sacerdotal culminada, tal como el Catolicismo Romano afirmaba.

La Escritura es muy clara cuando dice “Sin embargo, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino mediante la fe en Cristo Jesús, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para que seamos justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la Ley. Puesto que por las obras de la Ley nadie será justificado (Gálatas 2:16).”

El sacrificio de Cristo fue único y capaz de satisfacer las demandas de la justicia de Dios.

El decir que la obra de Cristo en la Cruz es totalmente suficiente, contrasta con el hecho de que nosotros somos insuficientes para salvarnos a nosotros mismos (Filipenses 3:3,9).

Pablo nos recuerda: “No que seamos suficientes en nosotros mismos para pensar que cosa alguna procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia es de Dios” (2 Corintios 3: 5).

De manera, que es por causa de la Gracia de Dios en Cristo, que somos salvos y nuestra suficiencia solamente proviene de Dios en la obra consumada de Cristo.

Martín Lutero afirmó diciendo: “Debo escuchar al evangelio. Este no me dice lo que debo hacer, sino lo que Jesucristo, el Hijo de Dios, ha hecho por mí.”

Así que, no es lo que yo puedo contribuir para mi salvación, es solamente lo que Cristo ha logrado por mi.

R. Scott Clark nos recuerda que “El corazón del evangelio no se trata de nosotros. El corazón del evangelio es Cristo por nosotros (Christus pro nobis). Esta fue la esencia del mensaje de Pablo: que Cristo vino por nosotros, para hacer por nosotros lo que no podíamos hacer y nunca lograríamos. Él obedeció, fue crucificado, resucitó, ascendió, está regresando. La iglesia medieval había convertido el evangelio en un mensaje sobre lo que Cristo está haciendo en nosotros, por gracia, en la santificación y lo que nosotros debemos hacer para contribuir con nuestra parte para beneficiarnos: cooperando con la gracia. La buena noticia es que no tenemos ninguna parte, no en esta historia. Somos receptores. Somos mendigos, no contribuimos a la historia”.

Esto es correcto, no es que nosotros contribuimos para nuestra salvación con nuestras obras, se trata exclusivamente de la obra sacrificial que Cristo hizo por nosotros y a nuestro favor.

Spurgeon dijo: “Mi única esperanza para el cielo está en la expiación completa hecha en la cruz del Calvario por los impíos”.

Pedro nos recuerda “Porque también Cristo (el Mesías) murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18).

Pablo dijo: “Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gálatas 6:14a).

El cuál “hallándose en forma de hombre, se humilló El mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:8).

Isaías proclamó en la antigüedad “Pero El fue herido (traspasado) por nuestras transgresiones, Molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre El, Y por Sus heridas (llagas) hemos sido sanados” (Isaías 53:5).

Cristo fue traspasado, por nuestras desobediencias, El llevó sobre sus espaldas el castigo que merecían nuestros pecados, y su obra satisfizo plenamente el justo juicio de Dios, obteniendo la paz entre Dios y nosotros (cp. Romanos 5:1,9; 1 Tesalonicenses 5:9).

Tal como Martín Lutero afirmó: “Me miré a mí mismo y vi imposible salvarme; miré a Jesús y vi imposible perderme.”

Las palabras del corito arriba mencionado eran acertadas “La salvación se encuentra en Él, no hay otro nombre dado a los hombres, solamente en Cristo, solamente en Él.”

    About the Author

  • Peter Citelli

    Peter Citelli es el Presidente del Compañerismo de Iglesias Hispanas para el Gulf Stream Baptist Association y el Pastor de la Iglesia Bautista Miramar en West Park, Florida.

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