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Congregación de Texas lleva esperanza a violenta región en México


[SLIDESHOW=43632,43633,43634]EL PASO, Texas (Southern Baptist TEXAN) — “Cuando llegamos, varios vehículos nos rodearon y bajaron las ventanas, [los hombres adentro] y mostraron sus armas de fuego,” dijo Zulma Molina, al describir el saludo que recibió su grupo este julio en el pueblo de Huajumar, asentado en la cadena montañosa de la Sierra Tarahumara en Chihuahua, México, una región plagada de violencia por las drogas.

Molina guio a 36 voluntarios de Ministerios de Compasión El Paso, una organización asociada a la Iglesia Bautista Immanuel de El Paso, al pueblo de Huajumar del 23 al 31 de julio para reparar una iglesia conocida localmente como la “iglesia abandonada.” También llevaron Escuela Bíblica de Vacaciones a Huajumar y Yepáchic, un pueblo a una hora en carro al noroeste.
Ambos pueblos tienen menos de 1,000 residentes, dijo Molina, y añadió que esa área tiene muchas pistas de aterrizaje ilegales y está controlada por el cartel de drogas.
“El negocio principal son la plantación de drogas y el narcotráfico,” dijo ella.
Las montañas están “fuertemente patrulladas por sicarios,” añadió Molina. La policía y el ejército evitan la región, con sus calles angostas, mal mantenidas, de una sola vía.
Esta área tiene una historia tanto de cristianismo como de violencia.
“Hace años, cuando la violencia [de las drogas] estaba en su apogeo, la iglesia en Huajumar fue abandonada por pastores y misioneros,” explicó Molina. “Por otro lado, Yepáchic tiene una pequeña iglesia establecida, pero la gente está aterrorizada ya que la violencia continúa y mata personas diariamente.”
Inclusive llegar a pueblos remotos probó ser una experiencia angustiante que involucró llantas desinfladas, frenos fundidos y vehículos atascados en el lodo. Casi a 30 minutos de su destino, el eje del remolque se rompió, lo que varó a parte del grupo en los bosques montañosos.
“Eran alrededor de la 7 p.m. y nubes oscuras se amontonaron en el cielo. Nos dimos cuenta del verdadero peligro en el que estábamos. Podíamos oír los ruidos de los animales salvajes; los teléfonos no funcionaban; y solo teníamos un par de linternas, chaquetas ligeras y una cobija,” recordó Molina.
“Nuestra única esperanza estaba en el Señor, así que oramos y cantamos alabanzas. Ahí mismo en medio de la nada, levantamos nuestras voces para alabar a Dios. Repentinamente, un rayo de luz llenó el cielo y … golpeó la tierra junto a nosotros. Sentimos la tierra estremecerse.”
Después de tres horas en el bosque, llegó ayuda y el grupo entró a Huajumar tarde esa noche, saludados por ametralladoras cuando descargaban los vehículos y entraban a la iglesia afectada por el moho, las goteras y el olor fétido.
“Podíamos sentir una presencia oscura,” dijo Molina. “Aunque nadie dijo nada, todos sabíamos que estábamos introduciéndonos en territorio enemigo y la guerra estaba declarada.” La noche pasó con cierta medida de incomodidad y duda, admitió Molina.
“En la mañana, el Señor nos renovó el espíritu, y nos levantamos listos para trabajar. La gente nos miraba con curiosidad. …Poquito a poquito la iglesia se fue llenando de luz,” mientras el grupo trabajaba restregando el moho y reparando la estructura ese domingo, e inclusive realizando un pequeño culto antes de prepararnos para iniciar EBV al día siguiente en Yepáchica a pesar de las advertencias de violencia allá.
“Se nos dijo que no era buena idea ir allá porque el día anterior habían matado [el cartel] 23 personas. Pero no podíamos cancelar la EBV en Yepáchic,” dijo Molina. “La iglesia local invitó a la comunidad, y los niños nos esperaban. Así que un grupo de valientes guerreros fue a Yepáchic el lunes temprano para realizar EBV,” mientras otros permanecieron en Huajumar para continuar el trabajo en la iglesia y en el evangelismo puerta a puerta. El grupo también tuvo EBV en las tardes y cultos en las noches en Huajumar.
El peligro era constante, pero Dios fue glorificado.
“Mientras todo esto pasaba, tuvimos lo que llamamos ‘seguridad personal.’ Dondequiera que íbamos, hombres armados nos observaban,” dijo Molina. Para el final de la semana, “estábamos exhaustos pero nuestros espíritus estaban llenos de gozo de ver la iglesia abandonada en Huajumar siendo transformada. Más niños y adultos llegaron a escuchar la Palabra de Dios. El último día, la iglesia estaba llena, y fue hermoso oír voces fuertes cantando alabanzas al Creador del universo.”
Miembros de una iglesia en Ciudad Juárez, México, acompañaron al grupo de la Iglesia Immanuel a Huajumar y a Yepáchic, dijo el pastor asociado de Immanuel, J.C. Rico.
Los viajes misioneros a México se han vuelto un pilar de la Iglesia Immanuel. En julio, algunos 33 miembros también hicieron un viaje a través del desierto de Sonora en el segundo viaje familiar de misiones de la iglesia a Peñasco, México, una ciudad costera de cerca de 100,000 personas, a pedido de una iglesia local para dirigir una Escuela Bíblica de Vacaciones.
El involucramiento de Immanuel en la iglesia de Peñasco comenzó cuando Rico estaba de vacaciones para asistir a una boda familiar en la ciudad en 2014. Rico había divisado la iglesia cuando entraba a la ciudad y decidió asistir ese domingo. El pastor habló sobre servicio y misiones, ideas que Rico también había estado considerando para Immanuel.
Rico se presentó a la esposa del pastor y le preguntó sobre las oportunidades de misión en Peñasco.
“¡Necesitamos ayuda con EBV!” exclamó ella. “Tenemos 200 niños y no tenemos suficientes obreros.”
El siguiente julio, más de 30 voluntarios de siete familias de Immanuel pasaron las vacaciones de verano en Peñasco, ayudando con la EBV en las mañanas y disfrutando el tiempo en la ciudad o en la playa en las tardes.
En 2016, familias de Immanuel dirigieron la EVB en Peñasco usando el currículo de LifeWay, dijo Rico.
“Después de la 1:30 p.m. cada día, estábamos libres para regresar al hotel, comer, tener tiempo de familia,” añadió Rico, y llamó el aspecto de familia del viaje misionero “simplemente tan importante” como la EVB.
Las oportunidades evangelizadoras llegaban durante los tiempos fuera de servicio, también. El año pasado, Rico le presentó el evangelio a un joven de la comunidad cuando el muchacho trenzaba un brazalete de souvenir para el pastor. El joven, Rogelio, oró para recibir a Cristo. “Me quemé con el sol estando ahí de pie, pero valió la pena,” rio Rico.
Este año, la esposa de Rico llevó a una mujer del lugar llamada Elena a Cristo mientras la dama le trenzaba el cabello a la hija de Rico. Elena se quitó los anteojos de sol para revelar dos ojos negros por los golpes infligidos por su abusivo esposo, y les compartió la historia a los Rico, quienes la ministraron.
Un tercer viaje misionero de familia de Immanuel a Peñasco está programado para julio de 2017.

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  • Por Jane Rodgers