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EDITORIAL: Considera el regalo


NASHVILLE (BP) — El periódico Daily Inter Lake reportó la historia de un donante quien depositó una moneda valorada en más de $1.000.00 en una cesta del Ejército de Salvación el diciembre pasado. Al comienzo, dicho acto pasó casi desapercibido. Según el informe, el valioso regalo de la moneda Liberty Head ¨Doble águila¨ contiene una onza de oro y fue entregado en un supermercado de Columbia Falls en Montana. No fue hasta que las donaciones fueron contabilizadas en la oficina de la agencia cuando la agradable sorpresa pudo ser totalmente apreciada.

Hoy muchos han escuchado y conocen de la gracia del regalo de Dios en Cristo. Esta es apreciada y considerada de muchas maneras distintas. Algunos la toman como un seguro contra incendios y otros como una máquina dispensadora de golosinas. Pero dicho regalo es uno que debemos seguir desenvolviendo con el pasar del tiempo. Descubrir todo el valor que representa debe ser nuestro anhelo. Al hacerlo nos damos cuenta rápidamente lo poco que le conocemos y lo mucho que necesitamos crecer. En este proceso encontramos todo lo que necesitamos para hoy y la fe viva para confiar que el mañana está en Sus manos.

Por esto, es sabio dejar suficiente espacio en nuestros planes para Dios. Confiar que cada día es una aventura de fe. Él guía y considera nuestros pasos y tiene todo el derecho para cambiar nuestra agenda. Esto debería completar nuestro gozo. De lo contrario, creemos que podemos tenerlo todo bajo nuestro control. Consideramos la intervención divina como una interrupción no deseada. Nos llenamos de orgullo y nos volvemos legalistas.

Para el apóstol Pablo, el don de Cristo había llegado por gracia a su vida. ¿Y para nosotros? El descubrir la plenitud de ese regalo lo mantenía en misión continuamente. Este hecho probablemente lo hacía reflexionar una y otra vez sobre lo inmerecido que se sentía al tenerlo y el inmenso privilegio y responsabilidad de llevarlo consigo mismo. Ese don inefable le impulsó cada día a vivir en libertad, servir sin importar quién mirara, enfrentar luchas y tomar grandes riesgos. Todo esto a causa del evangelio. Por eso pudo decir: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que, si uno murió por todos, luego todos murieron.” 2 Corintios 5:14. Pablo estaba convencido que lo verdadero, lo auténtico y eterno que tenía, lo tenía por gracia. ¨Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia,” Gálatas 1:15. Esta gracia le recordaba, como también nos debe recordar a nosotros, que Él es nuestro destino, cumple Su palabra y guarda Sus promesas.

Hemos comenzado un nuevo año. Con este un camino lleno de oportunidades y retos se nos presentan. No hay límites a la gracia de Dios. Jesús anduvo entre gente no respetable. Tomó riesgos sociales grandes. La gracia de Dios opera más allá de las normas de lo que es políticamente correcto, propio y justo. Esta es la razón por la que no podemos conformarnos con el status quo. Esta misma gracia recibida desafía nuestros propios prejuicios y nos impulsa a mirar a las multitudes a través de los ojos del Maestro y no a través de los lentes de este mundo. Contemplarlo con corazones llenos de compasión y actuar sin reservas al invertirnos intencionalmente en la vida de otros debe ser nuestra pasión. Marcos 6:34.

Un seguidor de Cristo debe entender que el regalo de la gracia de Dios es una dádiva inmerecida. Esto no se entiende completamente en un solo minuto. Requiere de muchos días, años y décadas. Es que este don es infinito e ilimitado. Como creyentes debemos seguir los valores de Aquel quien nos llamó y no los valores que antes teníamos. Este intercambio de valores es un proceso trascendental. Sus valores deben convertirse en nuestros valores. Abrigar completamente el regalo de Dios en Cristo es un proceso transformador y continuo. Implica que nuestra compasión por las almas y nuestra entrega al discipular a otros debe crecer con el tiempo. Es decir, debe ser mayor en el 2016 que en el 2015. No podemos vivir en los triunfos del pasado. Esta compasión y pasión personal necesitan ser ampliadas, engrandecidas. Dios necesita estirarnos de nuevo. Sólo Dios puede hacer esto en nosotros. Debemos llegar a la estatura de Cristo. Ésta es la meta del crecimiento.

Algunas veces pareciera que lo que nos da valor es la clase social a la que pertenecemos, la jerarquía donde servimos, el dinero en el banco, el lugar donde nacimos o el título que hemos alcanzado. Eso es solo capital social y perecedero. Es la manera que el mundo ve las cosas. A los ojos de Cristo, ellos no tienen mucho valor. Lo que verdaderamente vale y cuenta es que Cristo nos ha amado, el regalo ha sido recibido y plenamente abrazado. El desempacarlo nos transforma.

En días cuando algunos levantan bandera y se jactan de no confiar en algunos grupos porque no llenan algunos requisitos sociales o porque no son ´dignos´ debemos tener mucho cuidado en creerles y compararnos. ¿Qué valores estamos aplicando?

Dios está haciendo algo muy especial y maravilloso en su reino. Se observa en iglesias grandes, medianas y pequeñas. Su gracia se manifiesta en diversas culturas, etnias y grupos que parecieran insignificantes para el mundo, pero cuentan para Dios. La clave es recordar que lo que nos define es quienes somos en Cristo. Todos los creyentes estamos al mismo nivel a los pies de la cruz. Esto nos impulsa a abrirnos y compartir el regalo de salvación con todos sin temor.

Finalmente, el depósito entregado en Cristo tiene un valor inmensurable. Este no se compara con una tonelada de oro y debe ser frecuentemente considerado. Satisface nuestra alma sedienta y de Él emanan ríos de agua viva.

Padre, ayúdanos a mantenernos firmes en la pureza de tu evangelio. A vivir agradecidos por la justificación que encontramos en Cristo y no en la ley. Enséñanos a entender lo que significa estar crucificado con Cristo. Nuestro viejo hombre murió en la cruz. El nuevo hombre se levantó con Cristo de la tumba. No permitas que regresemos al cementerio del pasado y rumiar los huesos muertos del pecado. Danos la fuerza para vivir por fe porque en la cruz nos amasteis sacrificialmente y nos continúas amando hoy.

Porque Él vive,
Luis R. López

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