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EDITORIAL: La revitalización de la iglesia


NASHVILLE (BP) — Jesús dijo ” ahora te digo que tú eres Pedro (que quiere decir “roca”) y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no la conquistará.” Mateo 16:18-19 NTV. No hay duda que Dios puede revitalizar Su obra. La realidad es que la iglesia en los Estados Unidos de Norteamérica está bajo un lente transparente que permite ver algunos de sus desafíos.

Estos aspectos valen la pena considerarlos. Más específicamente, el crecimiento de las iglesias de la Convención Bautista del Sur, la cual representa la denominación más grande evangélica en la nación, es mínimo. El noventa por ciento (90%) de las iglesias de la CBS están declinando o estancadas. Esto según las estadísticas anuales reportadas por nuestra amada denominación.

Por un lado, veinte (20) nuevas iglesias se inician o nacen cada domingo según la Junta de Misiones en Norteamérica (NAMB). Este mismo estudio indica que otras diecisiete (17) iglesias cierran sus puertas cada semana. Estos datos no incluyen otras denominaciones evangélicas que pudieran ser más desalentadores.

La observación parece obvia. El viejo refrán ” lo que está a la vista no necesita anteojos” nos recuerda que algo debe cambiar. Y es precisamente la necesidad de ese cambio lo que nos debe impulsar a considerar que la iglesia necesita ser revitalizada. Usted y yo sabemos que esta revitalización no es producto meramente de una actividad humana pero de una combinación de la actividad de Dios y nuestra búsqueda de Él. Si ha de ser permanente, tendrá que venir de Dios pero incluye nuestra acción y participación.

La verdad es que es beneficioso hablar al respecto. Muchas veces, poner el dedo en la llaga es doloroso pero necesario, si queremos sanar y crecer. Cuando reconocemos el problema y nos abrimos a la posibilidad de que algo debe cambiar, esto nos ayuda a tener claridad de pensamiento. Nos impulsa a evaluar nuestra actitud personal y la de nuestra congregación. El principio de desear un cambio puede ser la chispa que encienda una cadena de acciones que produzca una catarsis espiritual. Digo esto, porque muchas veces estamos satisfechos con el status quo y ni siquiera vemos la necesidad de cambiar. ¡Dios nos ayude!

Cambiar es difícil. Soy el primero muchas veces en resistir al cambio. No pretendo dar soluciones meramente humanas pero aceptar o reconocer la situación puede ser parte de nuestro problema. La moraleja de la antigua fábula “ponerle el cascabel al gato” nos recuerda que, es muy fácil proponer soluciones, pero muy difícil encontrar a alguien que las ejecute….

Necesitamos no solo identificar el problema pero reconocer en donde están algunas de sus raíces y soluciones. No pretendo en estas líneas hacer un análisis de por qué algunas iglesias no crecen o se estancan. Esto se lo dejo a los expertos. Algunas iglesias preferirían morir antes que cambiar.

Una investigación hecha por NAMB en relación a las iglesias que están muriendo o permanecen estancadas revela algunas realidades dignas de nuestra consideración. He aquí algunas de ellas:

1) Valoran el proceso de las decisiones más que el resultado de estas. Es decir, están más interesadas en que las decisiones que se toman sigan todos los procedimientos establecidos por encima de lograr los resultados deseados o cumplir la misión a la cual hemos sido llamados.

2) Valoran sus preferencias por encima de las necesidades de los no alcanzados. Quizá valdría la pena recordar que las iglesias existen para el beneficio de los que no son sus miembros aun. Esto cambiaría nuestra perspectiva.

3) No son capaces de transferir el liderazgo a la siguiente generación. Nos preguntamos qué diría Bernabé o Pablo de esta situación.

4) Cesan de existir gradualmente para ser parte de su comunidad. La idea de que la iglesia es llamada a ser sal y luz en medio de su contexto pareciera no aplicarse en estos casos.

5) Anestesian el dolor de la muerte con una sobreabundancia de actividades y estructuras. Tratan de aliviar su desaparición gradual manteniendo a la gente ocupada y caer en un activismo carente de espiritualidad y vida.

6) Confunden el cuidar de las instalaciones con el cuidar de la grey. Los edificios llegan a ser más importantes que las personas.

No pretendo ser negativo al mencionar estas realidades. Pero, una iglesia que no está produciendo el fruto que Dios espera está muriendo. Reconocemos que el crecimiento no solo tiene una dimensión numérica pero también espiritual. Ambos son importantes.

Si nuestra iglesia cerrara hoy sus puertas y la comunidad no se diera cuenta, entonces tenemos un problema. Pero, ¡hay esperanza! Los miembros que quedan en una iglesia que está muriendo pueden estar dispuestos a cambiar. Y esto incluye de una manera especial su liderazgo. El resultado debe ser guiar a la iglesia a su primer amor en donde se hacen discípulos y la comunidad es transformada por el poder de Dios. Usted y yo sabemos lo que esto significa.

¡Es tiempo de que esto suceda! Servimos a un Dios que es capaz de hacer más allá de lo que imaginamos. La Biblia nos recuerda ” Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia de Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.” Efesios 3:20-21 RVR 1960

No voy a sugerir que la respuesta a la revitalización de la iglesia está leyendo el último libro sobre iglecrecimiento. Tampoco debemos simplificar nuestro pensamiento deseando que alguien nos indique un proceso humano de tres pasos sencillos. Con todo respeto, permítame sugerir que lo primero que debemos hacer debe ser lo primero. Es decir, si queremos ver una iglesia revitalizada necesitamos buscar el rostro de Dios ante todo. La instrucción de Pablo a Timoteo en 1 Timoteo 2.1a es pertinente “En primer lugar, te ruego que ores”. Yo necesito orar y orar más. Tu también. Necesitamos un avivamiento. Pero este no ha de venir si no buscamos a Aquél que da el único aliento de vida plena y verdadera. Lo demás es secundario.

Es tiempo de clamar a Dios con sinceridad y arrepentimiento. Esta es mi oración para usted y para mí. Él revitaliza a Su iglesia. La petición profunda y desesperada del profeta Habacuc 3:2 “Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos” puede ser nuestra hoy día. El autor del reconocido y antiguo himno lo dijo bien cuando escribió ” Avívanos, Señor; sintamos el poder del Santo Espíritu de Dios en todo nuestro ser. Avívanos, Señor, con nueva bendición; inflama el fuego de tu amor en cada corazón ” HB.271.

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  • Por Luis R. López