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EDITORIAL: Fermin Whittaker: El regalo más grande de la Navidad


FRESNO, Ca. (BP) –Se acerca la Navidad. Los regalos ya se compraron. Pusimos las direcciones a las tarjetas y las enviamos. La cercanía a la Navidad, el 25 de diciembre, hace que durante todo el mes de diciembre notemos un ambiente lleno de entusiasmo.

Recibir regalos trae gozo y felicidad. Recuerdo el gozo que yo experimentaba de niño cuando iba al muelle con mis hermanos y hermanas para recibir la pequeña caja de regalos que enviaba mi papá, un marino mercante que andaba por alguna parte del mundo trabajando para sostener a su familia. No importaba dónde se encontrara, mi papá siempre nos enviaba regalos en la Navidad.

Durante aquellos días, cuando se acercaba la Navidad, caminábamos por las playas de Colón, Panamá, buscando madera flotante para usarla como nuestro árbol de Navidad. Encontrábamos pedazos de una madera llamada “de balsa” que limpiábamos, la llevábamos a la casa y luego la decorábamos con ornamentos navideños. En la suave luz del ocaso celebrábamos la temporada navideña.

Hoy, al reflexionar en la belleza de la temporada, rebosa mi corazón por mi maravillosa familia: esposa, hijos y nietos que Dios me ha provisto. Sin embargo, mi corazón se emociona mucho más al considerar el inmenso amor que el Señor expresó por mí por medio de Su Hijo, Jesucristo.

El regalo más grande de la Navidad es el nacimiento de nuestro Salvador. Las palabras que el ángel le dijo a José siguen sonando en nuestras vidas “José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:20-21). Recordemos siempre que él vino para ofrecernos perdón y vida eterna.

Cada vez que pienso en regalos, ya sea por un cumpleaños o aniversario de alguien, por Navidad o en relación a aquellas cualidades que Dios nos concede, pienso en 2 Corintios 9. El pasaje es uno de los favoritos del apóstol Pablo quien escribe acerca de dar y de la generosidad. Él concluye el capítulo con el versículo 15: “¡Gracias a Dios por su don inefable!”

¡Qué regalo tan maravilloso! La temporada demuestra el amor y la fidelidad de Dios. Nosotros, como seguidores de Cristo, celebramos el nacimiento de nuestro Salvador. Sin embargo, en medio de este tiempo de celebración recuerdo que hay una inmensa cantidad de personas que no tienen ni idea de lo que verdaderamente significa esta temporada.

Nosotros somos los agentes de Dios para contar la historia, ya sea en la ciudad o en el estado en que vivamos, en la nación que llamamos nuestra patria o en una tierra distante. Dios nos ha llamado a cada uno de nosotros a proclamar Su nacimiento, pero la historia no termina ahí. También debemos proclamar Su muerte, sepultura y resurrección. Estas son las razones por la cuales yo celebro la Navidad. ¡Es mi oración que esas también sean las razones por las cuales usted la celebre!

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  • Fermín Whittaker