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EDITORIAL: Las misericordias de Dios


BRENTOOD, Tenn. (BP) — Esta mañana una amiga publicó en su página de Facebook una historia del conocido comediante Steve Harvey en el día de su cumpleaños. Este famoso personaje, al recibir una llamada telefónica en ese día, en su programa que tiene un gran número de televidentes, al reconocer la voz no pudo contener las lágrimas. Los que llamaban eran una pareja que ayudó a Steve cuando él era un joven pobre y desconocido, lleno de sueños y ambiciones juveniles. Esta pareja le ayudó emocionalmente, espiritualmente y económicamente. Ahora el famoso Steve Harvey les decía entre suspiros no fingidos, hace años que los andaba buscando, ahora yo soy rico y ustedes fueron los que me ayudaron a llegar hasta aquí. Les estoy enviando un boleto de avión para que vengan a visitarme y a visitar este programa.

Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras escuchaba a Steve, al recordar por su relato, mi propia historia. Las misericordias de Dios se hacen evidentes en las horas de angustia y desesperación de Sus hijos.

Yo llegué a este país como un científico reconocido internacionalmente en el mundo académico en mi especialidad. Sin embargo, de la noche a la mañana todo cambió para mí. Vine al amparo de una visa de negocios B1 que me permitía trabajar por dos años en los Estados Unidos. Pero al presentar mi solicitud de asilo político, mi visa fue cancelada y mi estatus migratorio cambió.

Así me vi sin amigos, sin dinero y sin un lugar donde vivir o comer. Todas mis propiedades cabían en una pequeña bolsa de mano. No había alguna forma de regreso posible a mi país de origen, a menos que quisiera ir a la cárcel por un largo periodo de tiempo. No conocía el idioma ni la cultura norteamericana, ni siquiera sabía cómo llorar en inglés.

Cuando no nos quedan alternativas, los seres humanos nos aferramos a Dios. Cuando no hay posibilidades de hacer las cosas a nuestra manera y luego tratar de que Él arregle las cosas que desarreglamos, volcamos nuestra alma y suplicamos a Dios. En momentos como esos he podido ver las misericordias de Dios obrando en mi vida. He sentido la amorosa mano de Dios cubriéndome. He experimentado la manera inexplicable en la que el provee todo cuanto en verdad necesitamos.

En aquellos días tenebrosos para mí, un grupo de entonces desconocidos en la Girard Baptist Church de Albuquerque, movidos por Dios, abrieron sus corazones, sus manos y las puertas de sus hogares para acogerme como a un hijo. A pesar de que hablábamos idiomas diferentes y nuestras culturas eran distintas, se establecieron lazos que nunca se podrán romper. El recuerdo de aquellos queridos hermanos y hermanas se mantiene vivo en mi mente. Dios me bendijo por medio de ellos y ellos se sintieron bendecidos ayudándome.

Esa fue la época más difícil que recuerdo en mi vida, fue el tiempo en el que he sido más pobre, y sin embargo a la vez, es la época más feliz que recuerdo. Pude ver, como nunca antes la mano de Dios cuidando de mí, por su Amor y no por algo que yo pudiera haber hecho.

Mi madre acostumbraba a decirme: “el agradecimiento no ocupa lugar, llévalo siempre contigo”. Hay muchas cosas por las que debemos estar agradecidos, en primer lugar a Dios y en segundo lugar a nuestros hermanos, a nuestros pastores, a nuestros familiares. ¿Cuándo fue la última vez que usted tuvo una frase de agradecimiento para su pastor? ¿Cuándo le escribió una tota a algún hermano de la iglesia agradeciéndole su servicio? ¿Con que frecuencia eleva una oración a Dios para agradecerle Sus misericordias? Hagamos nuestras las palabras del salmista: “Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente; De generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca”. Salmos 89:1
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Oscar J. Fernandez es el Director del Ministerio Hispano de Brentwood Baptist Church en Brentwood, Tenn.

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  • Por Oscar J. Fernandez