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EN PRIMERA PERSONA: El hambre es un problema de todos


ALPHARETTA, Ga. (BP) — Para muchas personas en Norteamérica el hambre no es un problema de su incumbencia. Lo son los niños emancipados que viven al otro lado del mundo. Lo es la gente que vive al otro lado de las vías del tren. Y, de vez en cuando, lo es la persona que muestra un letrero de cartón a la salida de las autopistas de la ciudad.

Pero como un seguidor de Jesús, el hambre es un problema que te concierne y que me concierne. Jesús nos mostró, una y otra vez en los evangelios, que las necesidades físicas de las personas a nuestro alrededor le importan a Dios — y deben importarnos a nosotros también.

Ya que Jesús no ignoró el hambre, (lee las historias donde Jesús multiplicó el pan y los pescados en los evangelios), tampoco podemos ignorarla nosotros.

El hambre impacta a uno de cada seis estadounidenses. Sin importar dónde vives, tú estás consciente que hay alguien que pasa hambre. Y sin importar su apariencia exterior, esa hambre impacta todas las áreas de su vida: incluyendo su salud física, su habilidad de proceso mental y sus relaciones sociales. En el país más rico en la historia del mundo, más de un tercio de familias pobres en los EE UU tienen que elegir entre comer o pagar el alquiler de un techo que cubra sus cabezas.

Por eso es que los bautistas del sur han trabajado juntos por décadas para pelear en contra del hambre en Norteamérica. A través de tus donaciones a la iniciativa bautista del sur Alivio del Hambre Mundial — más de $1.1 millones en el 2013 — los ministerios de las iglesias locales en las grandes ciudades y en los pequeños poblados proveen alimentos para las personas que lo necesiten en los EE UU y Canadá.

Aún más importante, estos ministerios proveen esperanza al conectar a los hambrientos con iglesias que predican el evangelio y donde ellos pueden escuchar sobre Jesús y aprender a seguirlo. Tus donaciones del año pasado a Alivio del Hambre Mundial llevaron a más de 22,000 personas a hacer una profesión de fe, según fue reportado a través de los ministerios bautistas del sur para el alivio del hambre en Norteamérica.

Lynn Gardens Baptist Church en Pueblo, Colorado, es un gran ejemplo de esto.

La pequeña iglesia cuenta con una asistencia promedio de 35 personas cada semana, pero su ministerio de alimentos — llamado La Alacena de Dios—ha crecido tanto que se ha convertido en el mayor en su comunidad. Cada semana la iglesia ayuda a unas 180-190 familias a tener comida en sus mesas.

A la vez que la iglesia ha provisto alimentos para la comunidad — la cual había sido abatida por el desempleo en los años recientes — ha puesto reversa a la percepción de los bautistas del sur en Pueblo. El pastor Lonnie Hartke dice que cuando él llegó a la iglesia y tocaba las puertas de los vecinos, nadie quería escuchar a un predicador bautista. Pero cuando su pequeña iglesia amó a su comunidad altruistamente al proveer los tan necesitados alimentos, las percepciones cambiaron radicalmente. Los residentes están más abiertos a escucharlo compartir el evangelio.

Una mujer que había asistido a la iglesia hace años la abandonó porque había sido herida por alguien. A través de La Alacena de Dios ella se reconectó con la iglesia, se convirtió en una seguidora de Jesús y fue bautizada. Ahora ayuda a otros como voluntaria en el ministerio de provisión de alimentos.

Tu apoyo para el Alivio del Hambre Mundial nos ayuda a luchar en contra del hambre y de la perdición espiritual en Pueblo, Colorado y por toda América del Norte.

El hambre nos atañe como bautistas del sur. Gracias por trabajar juntos para hacer algo tangible para ayudar a los prójimos que hemos descuidado.