fbpx
Articulos en Español

Ladrón entra a una iglesia, encuentra el perdón y una nueva vida


BROKEN ARROW, Oklahoma (BP) —- Cuando George Aguilar entró y robó cosas de la First Baptist Church de Broken Arrow, Oklahoma, lo último que esperaba encontrar era amor y perdón. Pero esa noche de noviembre del 2004 cambio para siempre la vida de este hombre de 20 años.

Ese año, Aguilar, oriundo de El Salvador –quien a la edad de 10 años vino a los EE UU con su padre para vivir aquí como residente legal—no tenía donde vivir. Se mudó con un joven de Tulsa que estaba involucrado en el robo de artículos para cambiarlos por dinero en efectivo.

Siendo un joven fácil de influenciar quien perdió su trabajo y necesitaba dinero para enviar a su madre y hermano menor en El Salvador, Aguilar dijo que pensó que lo púnico que podía hacer bajo estas circunstancias era robar.

Aguilar y otros dos hombres robaron e hicieron destrozos en 11 iglesias en el área de Broken Arrow/Tulsa en un lapso de cuatro meses. Se llevaron las cámaras, los módems de las computadoras, las guitarras, los amplificadores y otros equipos electrónicos. Hicieron daños a las propiedades de las iglesias que ascienden a los $250,000. En la iglesia en Broken Arrow estos hombres causaron $25,000 en daños a la propiedad y destruyeron lo que no se iban a llevar.

La iglesia acababa de completar la construcción de un edificio de usos múltiples, sin contraer deudas financieras, y el cual incluía el centro para alabanza.

“Todos estábamos enfurecidos pensando cómo alguien podría hacerle esto a una iglesia,” dijo el pastor Nick Garland. “Fue especialmente doloroso para nosotros porque trabajamos tanto tiempo para ver la estructura terminada y había sido dañada en tan poco tiempo y tan insensatamente. Quería que atraparan a la(s) persona(s) que hizo esto y quería que lo(s) castigaran.”

Después que los ladrones fueron aprendidos, Aguilar escribió una carta de disculpas para las iglesias que él había robado y destrozado.

“Su carta me rompió el corazón,” dijo Garland. “Comunicó un espíritu de arrepentimiento genuino y pidió perdón. Me dio vergüenza haber querido tan rápidamente que lo castigaran sin saber nada sobre él. Cuando leí su carta, Dios movió mi corazón para mostrarme la manera tan pobre en que había reaccionado ante las acciones de George.”

A través de la ayuda de un oficial de la policía que era miembro de la iglesia, Aguilar fue llevado a la oficina de Garland para conocerse.

“Cuando entré, él estaba sentado en la mesa de conferencias con la cabeza entre sus manos,” dijo Garland. “Me impresionó con su conducta y decoro.”

Garland dijo que Aguilar había dicho en su carta que pensaba que el pastor no lo perdonaría, que la iglesia no lo perdonaría o que Dios no lo perdonaría por lo que había hecho.

Garland comenzó la conversación pidiendo a Aguilar que lo mirara a los ojos. Entonces el pastor le pidió perdón al joven por los duros sentimientos que tuvo hacia Aguilar, sin siquiera conocerlo.

“George, yo te perdoné cuando leí tu carta,” le dijo Garland. Y añadió, “Y yo sé que Dios puede perdonarte porque Él me ha perdonado, no sólo por lo que sentí por ti, sino desde hace ya mucho tiempo. Él me perdonó por lo que era y me dio una nueva vida en Cristo.”

Garland compartió con él su redención en Jesús y Aguilar oró y confesó su necesidad de ser perdonado. Ese día, Aguilar le pidió al Señor que viniera a su vida y le transformara.

Garland le dijo a Aguilar que lo único que le quedaba en su lista era pedir perdón a la iglesia. El pastor dijo que no podía hablar a nombre de la iglesia, pero que conseguiría un día de libertad para que Aguilar asistiera a un culto de alabanza en la iglesia.

“Esa mañana, le dije a la congregación que el joven que había entrado a robar a nuestra iglesia había sido aprendido y que había escrito una carta pidiendo perdón,” dijo Garland. “Leí su carta, les dije que George y yo nos habíamos reunido, que yo lo había perdonado y que George había pedido a Dios que lo perdonara, pero que él no sabía si la iglesia lo perdonaría.”

Garland le pidió a Aguilar que subiera a la plataforma y que se parara junto a él. Entonces le dijo a la iglesia que tenían que decirle si lo iban a perdonar.

“De repente, parecía que era una estampida de gente que venía al frente para abrazarlo, llorando con él lagrimas de alegría, expresando su amor por él y realmente aceptándolo,” dijo Garland. “Lo invitaron a almorzar, le dieron dinero para ayudar a su madre, le dieron tres ofertas de empleo y muchas más muestras de afirmación.”

Aunque Aguilar tenía el perdón de Dios, de Garland y de la congregación de Broken Arrow, tuvo que enfrentar los cargos por sus acciones. Según aconsejó su abogado, Aguilar se declaró culpable de dos cargos de robo en segundo grado y recibió una sentencia deferida. Esto significa que si no se metía en problemas durante cinco años, y pagaba las multas de restitución ordenadas por la corte, se eliminarían los cargos. Cumplió con todos los requisitos, y su record criminal quedo limpio. Fue adoptado por una familia de la iglesia, se le dio un cuarto en su hogar, un empleo, ayuda para comprar un carro y comenzar una nueva vida.

Garland y Aguilar “se convirtieron en lo que más nos gusta presumir de la grandeza de los Estados Unidos.

“Se volvió responsable, se gana su sustento, no buscó atajos, nunca más se involucró en ningún mal comportamiento, se volvió alguien activo en la iglesia, trabajó con los estudiantes, fue a los viajes misioneros, dio clases de inglés a los internacionales y contó su testimonio muchas veces.”

Sin embargo, a pesar de tener un record estatal limpio, la Agencia de Inmigración y Aduanas de los EE UU (U.S. Immigration and Customs Enforment, ICE) no reconoce las sentencias deferidas y la eliminación de cargos. Cuando Aguilar se declaró culpable implicó que podía perder su residencia legal y ser deportado de los Estados Unidos. La agencia le envió un aviso en el 2009 para que se presentara ante la corte de inmigración para una posible deportación. Un procurador en una corte administrativa en Dallas ejerció discreción y dio por terminado el caso sin prejuicio en marzo del 2010. Sin embargo, un nuevo procurador revirtió la decisión un mes después. El 14 de febrero del 2011, un juez de inmigración ordenó a Aguilar que saliera de los EE UU y fue puesto bajo custodia hasta el 9 de diciembre, el día de su deportación.

Aunque Aguilar dijo que estaba feliz de ya no estar en la cárcel, pero se sintió derrotado al llegar a El Salvador.

“Estar en El Salvador fue duro, porque me quitaron todo lo que tenia, y tuve que comenzar de nuevo en un país donde yo no había crecido,” dijo. “Aunque era mi país de origen, no sabía cómo encajar en la cultura.”

Las cosas dieron un giro para Aguilar cuando recibió un inesperado correo electrónico de un ministro que trabaja en Centro y Sur América, quien había oído la historia de Aguilar y su deportación. Él fue invitado a un viaje misionero con ellos a Honduras, y mientras estaba allá, recibió entrenamiento adicional en evangelismo. Y tuvo la oportunidad de contar su historia en televisión y radio, y luego fue invitado a hacer el mismo tipo de ministerio en Colombia.

“Cuando regresé a El Salvador, sabía que quería ser un misionero independiente, un pastor, enviado por mi iglesia para ministrar aquí,” dijo Aguilar.

Su madre operaba un pequeño bar en la parte trasera de su casa para ganarse la vida. Cuando Aguilar se trasladó a vivir con ella, ella se dio cuenta que la predicación de él estaría en oposición a un bar abierto en su casa. Unos pocos meses después Aguilar oró para que Dios cerrara el bar, su madre estuvo de acuerdo en cerrarlo y le permitió a la iglesia de Aguilar reunirse en ese espacio. La iglesia atrae de 60 a 70 personas cada semana para el culto y ayuda a proveer comida a los pobres.

Aunque Aguilar dice que espera regresar a EE.UU. un día con el testimonio de la bondad de Dios en su vida, sería difícil para él salir. “Me he enamorado de la gente a la que ministro, y me he ajustado de nuevo al nuevo estilo de vida,” dijo.

“Una meta a largo plazo que tengo es graduarme del seminario y ser un pastor ordenado.”

Parte de ese sueño se volvió realidad el 21 de mayo cuando el pastor Garland y Kevin Cottrell, pastor de misiones de la Primera Iglesia Bautista de Broken Arrow, viajaron a una capilla en San Marcos para dirigir la ordenación de George Aguilar al ministerio del evangelio.

“¡Qué noche fue esa!,” dijo Garland. “Ordenar a un joven que irrumpió en nuestra iglesia y encontró a Jesús hace 10 años y hoy es misionero de ese evangelio que cambió su vida para siempre.”
–30–
Dana Williamson es corresponsal especial del Baptist Messenger, publicación de noticias de la Convención General Bautista de Oklahoma, donde esta historia apareció primero.

    About the Author

  • Por Dana Williamson/The Baptist Messenger