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Privilegios y responsabilidades


EL PASO, Texas (BP)–Una de las expresiones favoritas de Jesús para llamar a las personas a convertirse en sus discípulos fue “sígueme;” y como consecuencia de esto, durante su ministerio los llama e identifica como “mis seguidores.”

Como lo expresé en el artículo anterior, escribir sobre las responsabilidades cívicas de los cristianos no es fácil ni divertido; siempre hay el peligro de ser criticado o de no ser bien entendido. Para este periodista cristiano hablar de responsabilidades cívicas es lo mismo que hablar de la participación social, comunitaria y política. Otro peligro a enfrentar es la tentación de escribir y comentar alejado de la verdad bíblica, siguiendo la influencia de los pensamientos culturales de moda.

Continuamos comentando de las responsabilidades cívicas o sociales que los seguidores de Cristo debemos cumplir con respeto, con decisión, con voluntad, y con excelencia.

Debemos reconocer que es un gran privilegio el que Dios nos haya escogido como sus hijos y que nos haya llamado sus seguidores. Es interesante que a cristianos y no cristianos nos gustan los privilegios. Pero eludimos fácilmente las responsabilidades.

Debemos recordar que somos responsables ante Dios por nuestras actitudes, decisiones y vivencias relacionadas con el privilegio de ser llamados hijos de Dios. Este privilegio de ser sus seguidores no es solo un estilo de vida para ser expresado únicamente dentro del templo, o en en el contexto de actividades cristianas; sino que debe demostrarse al ser responsables en el cumplimiento de todas las normas, leyes y reglamentos de la autoridad competente en todo momento. En otras palabras, debemos demostrar con hechos la vida de Cristo en nosotros. Por la vía legal o reglamentada; o mejor, voluntariamente.

No es suficiente cumplir las leyes y normas escritas. En este punto debemos recordar las palabras del apóstol Santiago quien dijo que “no es suficiente dejar de hacer lo malo; sino que al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, eso le es pecado (Santiago 4:17). Como seguidores de Cristo hemos sido llamados a “ir a la segunda milla” (Mateo 5:41). Esto quiere decir que ninguna excusa que demos frente a las necesidades de otros es válida (Mateo 25:31-46). Además, debemos proclamar a personas de todas las naciones (incluso aquellas que se oponen), que solamente en Cristo hay salvación (Hechos 4:19, 20).

Los latinos o hispanos que hemos venido a este país de diferentes contextos culturales, sociales y políticos tenemos mucho que aportar (servir) a una sociedad en extremo consumista, individualista y que se aleja de Dios aceleradamente. Este aporte se hace realidad desde los ministerios de la iglesia o mucho mejor, desde iniciativas personales o familiares. No podemos depender solamente en los programas sociales de la iglesia ni en los que desarrollan las organizaciones y oficinas del gobierno.

Otra manera de mostrar nuestra responsabilidad como cristianos y ampliar nuestra influencia en la vida de otros es por medio del voto. Votar no es pecado, ni es prohibido en la Biblia. Es lamentable que algunos cristianos no quieran tocar este tema, peor discutirlo; y prefieran dejarlo de lado. Otros piensan que el cristiano no debe votar; pero olvidan que el no votar también es una decisión participativa válida.

Es verdad que no es fácil decidir debido a lo complejo, delicado y difícil de la política y los políticos. Y aunque pueda haber ciertas limitaciones para la participación activa de las iglesias, en la libertad que Cristo nos ha dado a cada creyente, sí podemos examinar a cada uno de los candidatos y tomar la decisión de dar nuestro voto anhelando en oración lo mejor para nuestra comunidad.
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Recomiendo una vez más la lectura del excelente libro La Palabra, vida de la iglesia escrito por el autor peruano, doctor Samuel Escobar. Este libro nos ayudará a enriquecer nuestra reflexión y acciones en asuntos relacionados con este tema a la luz de las enseñanzas de la Palabra. Este libro ha sido publicado por Editorial Mundo Hispano, www.editorialmh.org.

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  • Por David Fajardo Garcés